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ТПП исп лекции и материалы / Учебник тпп исп 4 curso 2 lengua.docx
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Los medios de comunicación social

La revolución industrial ha tenido, entre otras consecuencias, la masificación. La comunica­ción de masas implica una extensión de la in­formación y de la cultura. Todos los medios intentan captar el mayor número de receptores (oyentes, lectores, espectadores, etc.). Estos re­ceptores forman un grupo grande, anónimo y heterogéneo. Ello quiere decir que los medios de comunicación se dirigen a personas muy dispa­res y dispersas. Tampoco el receptor conoce al emisor, generalmente.

Si grande es el poder sociü que ha alcanzado la prensa, como hemos visto en la lección ante­rior, mayor es el que consiguen otros medios de difusión que se valen de la lengua oral, bien sola (la radio, por ejemplo), bien acompañada de la imagen (caso de la televisión). Estos medios han logrado en los últimos años un vertiginoso desa­rrollo, merced a las constantes innovaciones y a los avances continuos de la tecnología en este campo. En corto tiempo, la radio ha conseguido un perfeccionamiento asombroso, se ha llegado a la televisión en color, a la televisión por cable, video-cassettes, etc. Puede afirmarse que ya pasó la época del predominio de la literatura escrita, y se ha impuesto la era de los medios electrónicos. Y la historia nos demuestra que los medios de comunicación empleados han sido incluso más decisivos que los mensajes mismos. Si la letra escrita, y en particular a partir de la invención de la imprenta, significa en la historia de los pueblos un cambio trascendental —no en vano alguien ha afirmado que «si los hombres son humanos porque pueden hablar, son civili­zados porque pueden leer»—, la radio y la tele­visión, además de la prensa, están marcando un nuevo rumbo, dado que su influencia en el com­portamiento humano es decisiva y llegan a ope­rar grandes transformaciones de la sociedad.

Esto no resulta difícil de explicar, no sólo porque es más fácil ser oyente o espectador —o ambas cosas al mismo tiempo— que lector, sino porque, desde el punto de vista del que emite el mensaje, es innegable que todas las personas hablan mejor que escriben; el escribir es una técnica extremadamente formalizada, y en mu­chos sitios son numerosas las personas que no saben leer ni escribir (todos, en cambio, pueden comprender la mayor parte de los mensajes ora­les).

La radio

La primera vez que la voz humana logró transmitirse a través de las ondas fue en 1906, gracias al americano Lee De Forest; pero ya antes Marconi había inventado la telegrafía sin hilos.

La comunicación radiofónica ha alterado par­cialmente la antigua teoría de la comunicación. Gracias a la radio se ha creado una nueva situa­ción comunicativa, mucho más amplia. Hay que recordar que modernamente la permanencia del mensaje oral en el tiempo se puede también conseguir gracias a diferentes medios (discos, cintas magnetofónicas, etc.), pero la radio con­sigue que el mensaje que parte de un emisor pueda llegar simultáneamente a numerosos re­ceptores y muy alejados en el espacio. La in­formación radiada llega con mayor rapidez y agilidad que la letra impresa; en contrapartida, la emisión radiofónica participa de los mismos rasgos del lenguaje oral, es decir, carece de la consistencia de lo escrito. Para paliar tal incon­veniente y para luchar contra otros factores que pueden perturbar la llegada de la información al receptor (falta de atención, ruidos circundantes, etcétera, las emisiones suelen proporcionar más in­formación de la necesaria, ya en cantidad, ya en intensidad: repetición del mensaje, aumento del tono, etc. Esta información redundante se utiliza igualmente para recalcar la importancia de una noticia.

Precisamente porque la radio puede llegar a muchos sitios y entra en todos los oídos, es un arma ideológica poderosa. El oyente no tiene oportunidad de replicar, a lo sumo puede ne­garse a escuchar y cerrar el aparato.

Los locutores de radio tienen muy en cuenta el carácter del lenguaje que conviene al mensaje radiofónico. Las frases no deben ser excesiva­mente largas ni ampulosas; la entonación ha de ser cuidada en todos sus matices, dado qu= no se puede contar con la valiosa ayuda de los gestos para el logro de la perfecta expresividad. Los contenidos informativos han de ser tratados con brevedad, y el estilo empleado tiene que ten­der a conseguir la mayor aproximación a los oyentes.